jueves, 4 de febrero de 2010

Outfit


Tengo una maleta de piel de cocodrilo que compré en un mercadillo de Londres. También tengo una chaqueta de franela gris y una camisa lisa de color blanco que encontré en un armario de una casa donde pasé la noche porque encontré la puerta abierta y una nota en el frigorífico que ponía, pasa y ponte cómodo. Esto fue en Nueva York. Tengo, por supuesto, pantalones de pana que heredé de mi abuelo pero tuve que cambiarles la cremallera de la bragueta y para ello fui a una mercería de Valladolid donde una señora me explico que a su marido lo mataron en la guerra del treinta y seis. Por beber agua, repetía. Tengo calzoncillos verdes del ejército que me regaló el primo de una chica con la que practique sexo oral en la playa de Sitges. En el bolsillo izquierdo noto el peso de un gran manojo de llaves que no abren ninguna puerta. Se lo compré a un ropavejero gitano en la plaza mayor de Málaga. Cuando me aburro, las tintineo. Me he dejado barba de tres días porque quería hacer una promesa y no sabía qué ni a quién. También me he dejado el pelo largo pero es aceitoso y enredado, no me gusta. Por último, los zapatos son robados. El jueves entré en una zapatería de Bilbao. A punta de pistola le dije a la tendera que quería unos zapatos sencillos sin tacón, del treinta y seis, y después le expliqué lo de la señora de la mercería de Valladolid sin dejar de apuntarla con la pistola.

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