viernes, 29 de enero de 2010

Resaca


Nunca me he parado a preguntarme quién soy y por qué. La verdad es que tengo miedo. Quiero decir, temo que llegue el día en que sienta que ya es hora de decidir quién soy y por qué. Por ejemplo, ¿qué importancia tiene en todo ello mi familia?, ¿de dónde es mi familia?, ¿de dónde soy yo? ¿Quién soy? No lo sé. No sé qué porcentaje de todo esto es contigente y qué es relevante. ¿Lo que leo? ¿Lo que veo? ¿Lo que oigo? ¿Lo que fumo? ¿Lo que follo? ¿También todo eso influye? ¿Quién soy yo y quién soy yo con respecto a lo que los demás coinciden en afirmar que soy yo? ¿Qué proporción es trabalenguas y qué proporción preguntas aviesas? No sé quién soy. No sé quién soy si no soy en relación a los demás. Eso no creo que sea nada extraordinario. Siento en mi interior la misma tensión que muchos otros han sentido antes que yo y que sentirán después: la individualidad y lo social. Tengo un nombre, tengo una genealogía, tengo una nacionalidad y un carné de la biblioteca, pero, ¿quién soy? Quizás todo esto sea como lo que le ocurría a Huckleberry Finn en el río. Quizás no haya respuestas para las preguntas. Quizás sea mejor permanecer sordo y por lo tanto mudo. Quizás importe una mierda. Quizás aún no sea el momento oportuno para preguntarme quién soy y por qué. Y menos hoy, joder, si todavía me repite el orujo.

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